Sacrificio de Isaac

[Abraham es el primer patriarca de Israel. Se cree que su nombre significa «padre de una muchedumbre de pueblos».

Nació hace unos 4.000 años en la famosa ciudad babilónica de Ur de los caldeos, situada en el actual Irak. Descendiente de Sem, hijo de Noé, era un hombre rico, jefe de un clan seminómada que vivía del pastoreo de grandes rebaños y de la labranza de temporada.

Dios le anuncia que «su descendencia será tan numerosa como las estrellas que se ven en el cielo» (Gen.15:5).

Para ratificar su promesa y como señal de esta alianza le cambió el nombre de Abram por el de Abraham y le dijo que su esposa ya no se llamaría Saray sino Sara (princesa).

Debido a su edad avanzada, el patriarca reaccionó con incredulidad y risa. «¿A un hombre de cien años le podrá nacer un hijo?, preguntó Abraham. ¿Y Sara va a ser su madre a los noventa años?» (Gen.17:17).

Yavé anunció que el hijo nacería al cabo de un año y que debía ser llamado Isaac, nombre simbólico que significa «él ríe».

Dios también impuso un nuevo deber a Abraham y a todos sus descendientes varones: «Circuncidaréis la carne de vuestro prepucio y ésta será la señal de mi Alianza con vosotros». (Gen.17:11).

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Sacrificios Humanos

El motivo de este Blog es para examinar algunas enseñanzas bíblicas que tomamos como normales, pero que en realidad desconocemos el fondo del relato.. Para ello desearía señalar algunos pasajes de la Biblia y que tomamos como normales, pero que si nos detenemos a analizarlos no nos parecerán tan normales. Para ello me referiré primeramente al mandato que recibió Abraham de inmolar a su hijo Isaac.“Toma a tu hijo, a tu hijo único al que amas Isaac” (Gen 22:2 ) Este relato no solo puso a prueba la fe del patriarca sino que ha confundido a muchos judíos y cristianos hasta el presente.

Sin embargo los sacrificios humanos se llevaron a cabo en el pueblo de Israel en distintas ocasiones.
En el Nuevo Testamento se recuerda a Jefté (junto con Gedeón, Barac, Sansón, David, Samuel y los profetas) como uno de quienes  «por la fe sometieron reinos» (Heb.11:33); sin embargo, tanto judíos como cristianos han cuestionado la moralidad de un relato en que un padre está dispuesto a matar a su hija para cumplir un voto.
El undécimo rey de Judá Ajaz, trató de salvar su reino inmolando a su hijo a fin de que Dios desahogara su ira en sus enemigos.